Si viviste el embarazo con desapego puede que te cueste más, sobre todo si ha habido algún obstáculo. Pero será sólo un bache. De hecho, la oxitocina, esa “hormona cariñosa” que se apodera de la madre en el parto y al dar el pecho, también aumenta en ti y te cambia el cerebro cuando coges a tu hijo y le muestras tu ternura. ¿Y qué más puedes hacer para vincularte con él?
Solicitar el permiso de paternidad, sumar si puedes unos días de vacaciones y asumir una gran parte de la organización de la casa, poniendo lavadoras, cambiando pañales, preparando comidas... En los primeros meses tu pareja dedicará una gran cantidad de tiempo al bebé.
No dejar sola a la madre en las primeras semanas. Si tú no vas a poder estar, acoge en casa a tu suegra, a una amiga... Acepta ayuda incluso de quien no te cae bien.
No discutir con tu pareja. Agresividad cero, empatía al cien por cien. Entender que está pasando por un momento complicado y que además le tiran los puntos.
Facilitar los momentos de intimidad de la madre y el niño (tú también tendrás los tuyos) para que se cree un buen vínculo afectivo madre-hijo y se instaure bien la lactancia. Más adelante podrás (y convendrá que lo hagas) dar al bebé algún biberón de leche materna para que ella descanse.
Practicar el método “padre-canguro”: te sientas con el bebé en tu torso, piel con piel, arropados, y le haces arrumacos. O le cargas en la mochila ventral y sales a pasear.
A diario, quedarte tiempo a solas con el bebé y, cuando sea posible, un día entero. Es la prueba de fuego y sirve para entender que ella sí trabaja, aunque esté de baja.
¿Lo sabías? Se ha demostrado que los hijos de padres implicados en la crianza presentan a los 9 meses un desarrollo más avanzado que el resto de los bebés. Y a los 5 años, los niños que tienen una relación de gran confianza con su padre son más populares, independientes y seguros.
Así que ya sabes, ponte manos a la obra, busca tiempo para tu nueva afición, estar con tu hijo, y conviértete para él en una figura de apego, alguien en quien puede confiar.
Y si aún te preguntas si serás un buen padre, mejor te lo dirá tu hijo algún día con un “te quiero, papá”.